miércoles, 18 de marzo de 2009

Mariposa III

"Corría, veloz como el propio viento, tras su ansiado trofeo. Pasó como una exhalación dejando atrás casas, calles, ciudades, quizás incluso países. Ni ella misma podría enumerar con exactitud todo lo que dejó atrás en ese momento, ambicionando cazar a la mariposa azul. Siguió y siguió, hasta que vio un arco de metal forjado en hermosas formas curvilíneas enredado en miles y miles de vigorosas ramas verdes y con cientos de delicadas flores blancas naciendo sobre su fría cubierta de hierro. Dudó un momento. ¿Debería traspasar ese arco?

Tras vacilar unos minutos, tuvo miedo, y rodeó el monumento de forja. Entonces se estremeció aún más: sentía pánico. No veía la mariposa. Desesperada echó a correr a grandes zancadas, buscando en distintos lugares y distintas épocas. Visitó la clásica Grecia sin admirar las colosales estatuas de los dioses ni el armonioso sonido de la lira; investigó en la Edad Media sin reparar en mirar el horizonte con la esperanza de ver a un valiente caballero que regresaba de llevar a cabo peligrosas gestas; tampoco reconoció la belleza de los jardines de los palacios de Francia en tiempos de Maria Antonieta ni saludó cortésmente a las elegantes damiselas victorianas que caminaban con un distinguido porte aristocrático por las calles de Inglaterra. Tantas cosas no vio por tener en su mente una sola imagen: la mariposa azul, la mariposa azul...

Le pareció que el transcurso del tiempo era eterno en la distancia que había entre paso y paso. Y pensó qe no le quedaba ya esperanza, y que quedaría perdida para siempre en un extraño lugar situado entre el tiempo y el espacio, la fantasía y la realidad, donde ni siquiera el vacío existía y no habitarían colores que alumbrasen su mirada."

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